Incidencia de la tipología de la personalidad en la hipertensión
1.8 Definición
de términos
Estilo de crianza. Conjunto
de conductas que son comunicadas al niño y que también causan un clima
emocional en el cual la conducta parental se expresa. Es el proceso complejo en
el que influyen factores como la personalidad de los padres, de los hijos, la
dificultad y tipos de familia. (Casilla, 2006, pág. 106)
Personalidad. Son as causas
internas que subyacen al comportamiento individual y a las experiencias de las
personas. (Cloninger, 2003, Pág. 3)
Estilo
distintivos de las personas o un patrón de pensamiento, emociones, adaptación y
conducta. es la expresión total de un individuo, o sea, la conformación total
del hombre que forma una estructura común con las peculiaridades que distinguen
un individuo de otro. (Quintanilla, 2003, pág. 31)
Marco tridimensional. Enfoque de la personalidad que dice que todas las personas poseen
sentimientos primario de miedo, vergüenza y culpa o por lo menos dos de las
mismas. Es muy pertinente para definir tipo universales de personalidad desde la
óptica de: A (miedo), B(vergüenza) y C (Culpa).(Dúnker, 2007, pág. 49)
Nefropatía hipertensiva. Se refiere a un trastorno dañino del riñón causado por una persistente elevación de la
presión arterial.
No es lo mismo que la hipertensión renovascular, que es una forma de
hipertensión secundaria. En la nefropatía hipertensiva, la hipertensión arterial
es la que causa la enfermedad renal y no al revés. (Harrison, 2010, pág. 18)
La estenosis de la arteria renal. Estrechamiento de la arteria que lleva la sangre al riñón. El descenso del
flujo de sangre que llega al riñón condiciona tanto la perfusión de sangre del
órgano como la afluencia de sangre que llega al riñón para depurarse. La
estenosis de la arteria renal suele ser unilateral, aunque puede darse en ambos
riñones. La principal consecuencia de la obstrucción del flujo renal es la
hipertensión arterial secundaria que se produce. El riñón, órgano regulador de
la tensión arterial, al recibir menos sangre, produce hormonas que aumentan la
presión arterial. (Enciclopedia ADAM, Pág. 49)
Aldosteronismo primario. Es una
condición que ocurre cuando las glándulas suprarrenales o adrenales, que están
situadas en la parte superior de los riñones, producen una cantidad excesiva de
la hormona aldosterona. La aldosterona ayuda a equilibrar los niveles de sodio (sal) y potasio en el
cuerpo. Cuando hay un exceso de aldosterona, el cuerpo retiene el sodio, lo
cual le hace acumular el agua y elevar la presión sanguínea. La presión alta,
si no se controla, puede poner la persona a riesgo de que le ocurra un derrame
cerebral, un ataque cardiaco o un fallo renal. (Revista Hormones.org, pág. 1)
2.1 Hipertensión. Conceptualización
Hernández
(2009) afirma que la
Hipertensión Arterial (HTA) es una de las enfermedades
sistemáticas que aquejan la vida moderna y se inicia generalmente desde 18 a 70 años. Mientras más
elevada es la presión arterial, la esperanza de vida se reduce en forma
significativa, independientemente de la edad y el sexo. También desde el punto
de vista hemodinámico, la hipertensión
arterial es la elevación continua y sostenida de las cifras tensionales
sistólicas y/o diastólicas. La tensión arterial es igual a gasto cardíaco por
resistencias periféricas, por lo que cualquier incremento en los parámetros que
la determinan, si se mantiene, origina hipertensión arterial.
Harrison
(2010) define la hipertensión como el nivel de presión arterial en que el
tratamiento en que emprenda disminuye la morbilidad y la mortalidad de origen
tensional. Los criterios clínicos actuales para definir la hipertensión suelen
basarse en el promedio de dos o más lecturas de la presión con el sujeto
sentado durante dos o más visitas a los centros ambulatorios.
La Organización Mundial de la Salud
(OMS) define la hipertensión arterial como un trastorno cuya patogenia se
desconoce en muchos casos, que en última instancia causa aumento de la presión
sistólica y diastólica y, así como alteraciones del lecho vascular y
alteraciones funcionales de los tejidos afectados. En la edad adulta cuando la
media de dos o más determinaciones de la presión arterial sistólica en las
mismas condiciones es mayor o igual a 140 mmHg y/o presión arterial diastólica
-en dos visitas sucesivas- es mayor o igual a 90 mmHg.
2.1.1 Epidemiología
Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la hipertensión arterial afecta
aproximadamente a 1000 (mil) millones de personas en el mundo, se ha convertido
en la enfermedad crónica más frecuente y cerca del 60% de los
individuos afectados la desconoce. La Organización Mundial de la Salud (OMS), alertó que para 2015 podrían morir 20 millones de personas por
enfermedad cardiovascular,
principalmente por infarto y ataque cerebro vascular. La mortalidad por
las complicaciones de enfermedad cerebro vascular, enfermedad cardiovascular y
nefropatías, se encuentran entre las primeras causas.
De acuerdo al 7º Comité
Nacional Conjunto en prevención, detección, evaluación y tratamiento de la
hipertensión arterial (JNC 7,Siglas en ingles),
la hipertensión es muy común en Estados Unidos de Norteamérica,
aproximadamente 60 millones de habitantes la padecen, la gran mayoría de ellos
tiene hipertensión esencial. Más de la mitad de las personas mayores de 65 años
tienen hipertensión sistólica aislada. Solamente alrededor de 5% o menos de los
pacientes hipertensos presentan una causa reconocida de su hipertensión.
Las causas de muerte entre
los hipertensos se distribuye de la siguiente manera: 50% fallecerán por
enfermedad cardiovascular, principalmente por cardiopatía isquémica, o sea, trastornos íntimamente relacionados, en donde hay
un desequilibrio entre el suministro de oxígeno y sustratos con la demanda
cardíaca, 33% por enfermedad cerebrovascular, 10 a 15% por insuficiencia
renal y 2 a
7% por otras causas.
2.1.2
Síntomas de la hipertensión
La hipertensión arterial es
conocida como una enfermedad traicionera, que sutilmente va minando la salud
hasta, que el daño es tan grande, que se expresa con complicaciones graves e
irreversibles, como pérdida de visión, parálisis, incapacidad para hablar o
hacerse entender, entre otros. La hipertensión arterial se acompaña de algunos
síntomas, que no son específicos de la enfermedad y se deben a otros factores
asociados. Aún siendo así, debe tomarse la tensión arterial cualquier persona
que note algunos de los síntomas como dolor de cabeza, sobretodo si aparece por
la mañana, al levantarte y se localiza en el occipucio, vértigos, zumbidos de
oídos, alteraciones en la vista, hemorragias por la nariz o en la conjuntiva,
junto al ojo.
Caloradas: oleadas de calor y enrojecimiento en la cara o el cuello.
Palpitaciones o sensación de latidos en el corazón.
Taquicardias o aceleración de la frecuencia del pulso por encima de 100 latidos
por minuto.
No obstante la mayoría de los pacientes hipertensos están asintomáticos (sin
síntomas ni molestias subjetivas) hasta el fatídico momento en que se presenta
una complicación.
2.1.3
Detección y clasificación
Los pacientes con presión
arterial normal alta o que padecen Hipertensión Arterial Sistémica (HAS) no
diagnosticada, en el primer nivel de atención deben conocer las diferentes
clasificaciones y tener muy en cuenta el enfoque de riesgo y la visión
holística con la que se enfrentan a las diferentes enfermedades, en este caso,
para la hipertensión arterial (HTA) diseñar estrategias para predecir, prever y
proteger al individuo, la familia y la comunidad, antes de que el proceso
inicie.
De acuerdo con el 7º El Séptimo Comité Nacional Conjunto en
prevención, detección, evaluación y tratamiento de la hipertensión arterial (JNC
7, siglas en inglés), la presión arterial se clasifica de la siguiente manera:
Clasificación
|
Presión sistólica
|
Presión diastólica
|
|
|
mmHg
|
kPa
|
Normal
|
90–119
|
12–15.9
|
60–79
|
8.0–10.5
|
Prehipertensión
|
120–139
|
16.0–18.5
|
80–89
|
10.7–11.9
|
Fase 1
|
140–159
|
18.7–21.2
|
90–99
|
12.0–13.2
|
Fase 2
|
≥160
|
≥21.3
|
≥100
|
≥13.3
|
|
≥140
|
≥18.7
|
<90
|
<12.0
|
Hipertensión Arterial Refractaria
Morales (2003) la define como la hipertensión arterial que
persiste por encima de 160-90
mm Hg a pesar de tratamiento con dosis plenas de tres o
más grupos de medicamentos hipotensores:
Diuréticos, beta-bloqueantes, los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECAS) y antagonistas del calcio.
La Hipertensión Arterial Refractaria puede ser debido a varias razones,
que se deben descartar una a una:
Defectos técnicos en la
medición: uso de un manguito (parte inflable del tensiómetro) inapropiadamente pequeño,
mala colocación o inflado del manguito, no considerar la presencia de una
ventana auscultatoria, que constituye una causa relativamente de errores
groseros en la estimulación de la tensión arterial, sobretodo en persona de
edad avanzada.
No seguir apropiadamente las normas de vida
y alimentación: incumplimiento de los consejos respecto al ejercicio físico, no
adelgazar en caso de obesidad, ingesta inapropiada de alcohol, o de sal, o de
otros productos alimentarios con abundante sodio: conservas, caldos
concentrados (avecrem y similares), zumos embotellados o en tetrabrik.
No cumplir el tratamiento
medicamentoso adecuadamente, por no tomar las dosis recomendadas, olvidar
alguna toma, sufrir intolerancias. Tomar tóxicos, drogas o fármacos que
aumenten la tensión arterial: cocaína, alcohol, regaliz, anovulatorios,
anorexígenos, antiinflamatorios no esteroides, vasoconstrictores nasales o
anticatarrales
Hipertensión arterial de bata blanca: solo aparece cuando se toma la
tensión arterial en la consulta del médico o el enfermero, pero la tensión
arterial es normal cuando se toma en el domicilio del paciente o en la
farmacia.
Hipertensión maligna
Méndez
(2003) la define como presión arterial muy alta con inflamación del nervio
óptico detrás del ojo. Dicha inflamación se denomina papiledema. Usan como
nombres alternativos hipertensión acelerada;
efroesclerosis arteriolar; Nefroesclerosis de tipo arteriolar e
Hipertensión arterial maligna.
I. De acuerdo con su severidad, la OMS hace la siguiente
clasificación de la presión arterial:
Sistólica (mm Hg) Diastólica (mm Hg)
Normal <
de 140 < de 90
HTA (leve)
HTA moderada y severa 140 – 180 90
- 105
Subgrupo limítrofe > 180 160>
105
HTA sistólica aislada 140 -160> 90
- 95
HTA sistólica aislada limítrofe 140 – 159 <90
La clasificación internacional de
enfermedades norma los criterios diagnósticos para la hipertensión arterial
sistémica.
Clasificación CIE 10
Sistólica
Diastólica
Presión arterial optima < de 120 < de 80
Presión arterial normal 120-129 80 a 84
Presión arterial normal alta 130-139 85
a 89
HTA etapa 1 140-159 90 a 99
HTA etapa 2 160-179 100 a 109
HTA etapa 3 =180 =110
Hipertensión sistólica aislada >14 0<90
II. Según el grado de repercusión orgánica
Clasificación de la presión
arterial por daño a órgano blanco según la Organización Mundial de la Saludo (OMS)
Estadio I Sin datos objetivos de daño orgánico. Por lo menos
uno de los siguientes datos:
Estadio II
Hipertrofia ventricular izquierda detectada por electrocardiograma (ECG)
o ecocardiografía.
Estrechamiento focal o generalizado de arterias retinianas.
Microalbuminuria, proteinuria y/o elevación
leve de la concentración de creatinina plasmática (1.2 a 2 mg/dl).
Evidencia ultrasonográfica o radiológica de
placas ateroescleróticas, que es una
combinación de colesterol con otras sustancias adiposas de grasa, calcio y
componentes de la sangre que se adhiere al interior de las paredes de las
arterias como carotidea, aórtica, ilíaca, femoral).
Estadio III
Signos y síntomas que han aparecido como resultado de daño a órganos:
Corazón: angina de pecho, infarto del
miocardio, insuficiencia cardíaca.
Cerebro: ataque isquémico transitorio, demencia vascular, apoplejía,
encefalopatía hipertensiva.
Fondo de ojo: hemorragias y exudados en retina,
con o sin papiledema.
Riñón: concentración de creatinina plasmática arriba de 2 mg/dl, insuficiencia
renal.
Vasos: aneurisma disecante aórtico, síntomas de enfermedad arterial
oclusiva.
De
acuerdo con su etiología
I. Hipertensión sistólica
a) Aumento
del gasto cardiaco, b) Rigidez de la aorta
II. Hipertensión diastólica
a) Primaria, esencial o
idiopática
b) Secundaria: 1. Renal 2. Endócrina 3. Coartación
de la aorta 4. Hipertensión inducida por el embarazo 5. Trastornos
neurológicos 6. Uso de medicamentos y otras sustancias.
III. Según el grado de urgencia del
tratamiento
Falsa urgencia: elevación tensional aguda.
Habitualmente reactiva que no entraña ningún riesgo vital y es susceptible de
corrección espontánea con reposo y relajación.
Urgencia hipertensiva: elevación de las
cifras de presión arterial en pacientes habitualmente asintomáticos y con
afectación leve a órganos blancos que no representan compromiso vital inmediato
(Hipertensión arterial maligna asintomática, rebotes por supresión brusca de
antihipertensivos y presión arterial diastólica de 120 mm Hg). Requiere
reducción de la tensión arterial en un plazo de 24 hs.
Emergencia hipertensiva: elevación tensional que se acompaña de afectación a
órganos blancos, hay compromiso vital inmediato (accidente cerebrovascular
agudo, eclampsia, aneurisma disecante aórtico, infarto al miocardio,
insuficiencia renal, hipertensión con falla ventricular izquierda). Requiere
descenso de la tensión arterial en tiempo breve (unas horas).
2.1.5 Diagnóstico
El diagnóstico se basa en
el promedio de por lo menos dos mediciones, tomadas al menos en dos visitas
posteriores a la detección inicial, o el periodo que el médico considere,
incluso es recomendable el monitoreo ambulatorio, cuando la presión arterial
sistólica y diastólica se ubican en diferentes etapas de Hipertensión arterial,
se utilizará el valor más alto.
El comité para la
prevención, detección, evaluación y tratamiento de la hipertensión arterial de
los Institutos de Salud de los Estados Unidos de Norteamérica (CDETH) señala
que el clínico debe clasificar a la enfermedad según su gravedad, siempre se
registrará la etapa más severa, si las cifras de presiones sistólicas y
diastólicas pertenecen a distinta fase, ejemplo: 170/95 mm Hg se considerará etapa
dos aunque 95 pertenezca a la etapa uno, además debe buscar daño a órgano
blanco y otros factores de riesgo para determinar así el perfil cardiovascular
del paciente y registrarlo como tal. Ejemplo: paciente masculino con
hipertensión arterial leve más hipertrofia ventricular izquierda y
dislipidemia.
Se deben registrar los factores de
riesgo no modificables: el género, la edad, la herencia, la raza y la presencia
de Diabetes mellitus. Así
como los factores de riesgo modificables: sobrepeso u obesidad, hipercolesterolemia,
estrés, la inactividad física, la alimentación rica en sodio y grasas, el
tabaquismo y el alcoholismo, los cuales deberán ser informados al igual que sus
valores de presión arterial al paciente y sus familiares para que consideren su
situación y apoyen en el cambio de sus estilos de vida.
Parte de la evaluación
diagnóstica del paciente incluye la realización de la historia clínica con
exploración física completa, exploración complementaria con exámenes de
laboratorio y gabinete con el fin de detectar causas secundarias de HAS y otros
factores de riesgo, objetivar el daño funcional de los órganos blancos, así
como evaluar el impacto del tratamiento sobre algunas variables bioquímicas o
hemodinámicas.
2.1.6
Causas de la hipertensión
Para
el 7º Comité Nacional Conjunto en prevención, detección, evaluación y
tratamiento de la hipertensión arterial (JNC 7, siglas en inglés), la
hipertensión es la causante del mayor número de muerte prematura en paciente de
30 años en adelante. La hipertensión,
tener la tensión
alta, es uno de los problemas de salud más comunes hoy en día, muy
difícil de controlar y además es factor
de riesgo de muchas otras enfermedades.
Son diversos los factores que intervienen en
la aparición de la hipertensión en las personas. Las principales causas de tipo
primaria, pero que pueden controlarse con toda facilidad son:
La obesidad:
Romero (2006) define la obesidad
como una enfermedad crónica de origen multifactorial
prevenible que se caracteriza por acumulación excesiva de grasa o hipertrofia general del tejido adiposo en el cuerpo. Esto es que cuando
la reserva natural de energía de los humanos y otros mamíferos, almacenada en
forma de grasa corporal se incrementa hasta un punto donde está asociada con
numerosas complicaciones como ciertas condiciones de salud enfermedades y un
incremento de la mortalidad. El sobrepeso y la obesidad son el quinto factor
principal de riesgo de defunción en el mundo. Cuando tiene más de 32 de IMC
(índice de masa corporal) que se saca dividiendo el peso en kg, sobre el
cuadrado de la altura.Cuando se tiene sobrepeso el corazón tiene
que realizar un esfuerzo mayor para que la sangre viaje a todo nuestro cuerpo.
Tener el colesterol elevado hace
que las arterias se obstruyan por lo que la circulación se dificulta subiendo
la tensión.
Estrés. Cuando
el cuerpo libera diferentes hormonas, algunas de ellas dificultan la presión
sanguínea.
El tabaco. Este ejerce acción vasoconstrictora, lo que
hace que el corazón tenga también que realizar un mayor esfuerzo para bombear
la sangre. Lo mismo pasa cuando consumimos una excesiva cantidad de alcohol. Después de fumar un
cigarrillo se modifican transitoriamente las cifras de la presión arterial,
acción
que
se prolonga si además se consumen otras sustancias como , por ejemplo ,
café. El consumo de café tiene poco
o ningún efecto sobre la presión arterial. Sin embargo, se ha demostrado en
condiciones de laboratorio que su combinación con el tabaco tiene un efecto
mayor sobre la presión arterial que cualquiera de ellos por separado. Este dato
sostiene la idea de que es fácil que un fumador presente cifras de presión
arterial altas mantenidas a lo largo del día. Sin embargo, la asociación entre
tabaquismo e hipertensión arterial es un fenómeno sujeto a discusión. En
estudios epidemiológicos de corte transversal,
se
puede encontrar una asociación inversa entre el consumo de tabaco e
hipertensión arterial; esto se ha tratado de explicar por el papel que juega el
peso corporal (menor entre los fumadores).
El sedentarismo.
El ejercicio mejora la función cardiaca y la salud de las arterias.
El exceso de sal favorece
la retención de líquidos, lo que hace que el corazón tenga que bombear con más
fuerza. El sedentarismo puede aumentar
la cantidad de lipoproteínas, colesterol y grasas en la sangre. Esto impide la
flexibilidad de las paredes de los vasos sanguíneos y puede endurecer las
arterias.
Padecer diabetes. Es
otra enfermedad que tiene un alto componente evitable, hace que tengamos
problemas en la circulación periférica. La hipertensión en pacientes con diabetes produce un aumento
significativo en el riesgo de complicaciones vasculares y así ambas condiciones
predisponen a la enfermedad renal crónica. La coincidencia entre la
hipertensión y la diabetes aumenta el riesgo de enfermedad cerebrovascular isquémica,
retinopatía y la disfunción sexual. La diabetes mellitus es un factor de riesgo
independiente para enfermedad arterial coronaria, el riesgo y se aumentó
notablemente cuando la hipertensión está presente.
2.1.7
Consecuencias
Son muchas las consecuencias que puede tener un paciente
si no controla su hipertensión. Puede afectar una serie de órganos, como:
El
Corazón: aumenta de tamaño, hipertrofia
ventricular izquierda, porque tiene que bombear la sangre con mayor fuerza,
también es más factible de sufrir angina, dolor en el corazón e inclusive
infarto del miocardio, además se vuelve insuficiente o insuficiencia cardiaca.
Al
Cerebro: Lo más peligroso a nivel cerebral es que se produzca una hemorragia intracerebral, por
rotura de algún vaso sanguíneo cerebral, además pueden haber cuadros de isquemia cerebral, diversas
zonas del cerebro se quedan sin irrigar y mueren. Estos cuadros comúnmente se
traducen como parálisis o paresias de un lado del cuerpo, imposibilidad total o
parcial para mover los miembros de un lado del cuerpo.
El
riñón: Puede ser causa para que el riñón se torne insuficiente, cuando el riñón se
daña el pronóstico del paciente se hace más desfavorable, es por eso que hoy en día se pide controles periódicos de pruebas para medir la función renal:
microalbuminuria, depuración de creatinina.
Los
Ojos: cuando no hay control de la hipertensión puede producirse una oftalmopatía
hipertensiva, lesiones hemorrágicas a nivel de retina, a nivel de nervio
óptico, que hacen que la visión se vuelva borrosa, e inclusive llegar a la
ceguera.
Las
arterias: Se dilatan porque hay más presión dentro de ellas y es fácil a que se
formen aneurismas y su
posterior rotura, también las placas de colesterol se impregnan más en las
arterias, ateroesclerosis,
corriendo el riesgo de que se rompan y se generen trombos.
2.1.8 Hipertensión arterial sistólica vs
hipertensión arterial diastólica
Ambas tensiones, sistólica y
diastólica, son importantes, y ambas pueden producir daños orgánicos cuando
aumentan anormalmente. La magnitud de la tensión arterial sistólica guarda
relación con el volumen de sangre expulsada por el corazón al contraerse
(sístole) y de la elasticidad de las arterias más grandes.
La tensión arterial diastólica
se relaciona con el grado de constricción (resistencias periféricas) que tienen
las arterias más pequeñas, o arteriolas, en su porción final, dentro de los
órganos y tejidos. Las alteraciones en la estructura de esas pequeñísimas
arterias son la causa de las lesiones que padecen los órganos a los que
irrigan. El tratamiento de la hipertensión arterial debe considerar la
corrección tanto de la sistólica y como de la diastólica.
2.2 Hipertensión en
la República Dominicana
La
hipertensión es una enfermedad que cada día crece en el país. Es común la asistencia
a los centros de salud en busca de ayuda para tal padecimiento. El departamento
de emergencia de estos centros miden la
presión a un sin número de personas cada día.
Un
estudio realizado por el Instituto de Cardiología (EFRICAR II) y las Sociedades
Dominicanas de Cardiología y Endocrinología, patrocinado por el Seguro Nacional
de Salud (SeNaSa), en febrero, año 2012, resalta la correlación entre malos hábitos
alimenticios y la hipertensión arterial. De la población estudiada, un 35% padece
hipertensión arterial y pertenece al Régimen Subsidiado, mientras 37% es del
contributivo.
Los
dominicanos tienen malos hábitos alimentarios y sufren de hipertensión, dice el estudio. Esto
indica que casi la mitad de la población dominicana sufre de hipertensión en la
actualidad, lo que quiere decir, que si se sigue incrementando, dentro de 5
años, más del 55% de la población será hipertensa.
2.3 Estilos de crianza y
pacientes con hipertensión
2.3.1 Estilo de crianza
De acuerdo a
Betancourt (2003) el estilo de crianza es el conjunto de conductas que
son comunicadas al niño y que también causan un clima emocional en el cual la
conducta parental se expresa. Es la forma en la que ha sido analizada la
interacción entre padres e hijos. Estas incluyen tanto las conductas en
las cuales los padres representan sus prácticas parentales, así como las
conductas no verbales también como son: gestos, cambios en el tono de la voz o
las expresiones emocionales espontaneas.
Para Velásquez (1995) existen tres tipos
de estilos de crianza:
2.3.1.1 Estilo Democrático
Estos padres
respetan la individualidad del niño aunque hacen énfasis en los valores
sociales. Dirigen las actividades de sus hijos de un modo racional. Respetan
los intereses, las opiniones y la personalidad de sus hijos, aunque también los
guían. Son cariñosos y respetan las decisiones independientes de sus hijos,
aunque se muestran firmes para mantener las normas e imponen castigos
limitados. Explican a los hijos los motivos de sus opiniones o de las normas y
favorecen el intercambio de opiniones.
En esta forma de crianza se busca que la firmeza
y la coherencia sean las bases en las que se funde cualquier acto de crianza en
el hogar. En este ambiente el niño es tomado en cuenta para el establecimiento
de reglas e incluso en el momento de aplicar castigos, los padres no son
excesivamente responsables de la conducta de los hijos, sino que buscan, a
través de la aplicación de normas que ellos se regulen a sí mismos. Por
supuesto que este estilo de crianza provoca en el hijo sentimientos de
adecuación y confianza muy beneficiosos para su desarrollo integral.
2.3.1.2 Estilo Autoritario.
Se caracteriza por el excesivo control y
la restricción de la autonomía del hijo, así como por el valor de la obediencia
y el castigo. Este estilo de crianza hace al sujeto violento. Con este estilo de crianza, el padre ordena y el resto obedece, este es
el amo y señor de su casa, necesita valorarse y que valoren sus acciones, saber
que cuenta con él, el
reconocimiento de los demás, está
muy orgulloso de lo bien que funciona todo.
Dúnker (2007) plantea que cuando el niño es víctima de maltrato,
da como resultado un niño miedoso. Este niño se hace joven con un sentimiento
de miedo, provocando que siempre esté listo para defenderse, respondiendo con
violencia a todo evento y situación, ya que con sus maltratadores no puede
hacerlo, lo pone en práctica en el ambiente en el que se desarrolla.
Coleman (2003) plantea que el individuo que ha sido maltratado
cuando pequeño, crece con la sensación que todo es violencia, por lo que
siempre está listo para defenderse. Cuando ha sido testigo de actos violentos
en la casa, en el barrio, en la escuela, se convierte esto en un estimulante
productor de violencia en el niño que será algún día joven y por ende adulto.
Es por eso que se propone a los padres no resolver ni discutir sus diferencias
delante de los niños, porque esto puede traer consecuencia en la conducta
futura, lo que podría causar dolor de cabeza a los padres en el futuro.
2.3.1.3 Estilo Permisivo.
Se caracteriza por la ausencia de control
de los hijos y la concesión total de autonomía, siempre que no se ponga en
peligro la supervivencia del hijo. Esto provoca que el sujeto se crie con un
sentido poco valorativo de la vergüenza, sin importarle lo que digan los demás.
En el estilo permisivo, no se corrige ni se le advierte ciertos peligros,
porque no importa tanto al sistema.
Dúnker (2007) expresa que los hijos criados
con este estilo son personas que actúan sin ninguna repugnancia por las cosas
prohibidas por la sociedad. En este estilo los padres son
tolerantes y aceptan los impulsos de los niños, usando un pequeño castigo como
posible, haciendo pocas o nulas restricciones en la conducta de los
hijos, permitiendo un buen control de la emociones para los niños y
así tomar sus propias decisiones y regir actividades tanto como sea
posible, con bajas demandas de control de impulsos para su maduración.
Estos padres son poco exigentes al atender las necesidades de sus hijos tienen
una actitud tolerante a los impulsos de los hijos, no dirigen y usan muy poco el castigo como medida
disciplinaria, establecen pocas
reglas de comportamiento y son afectuosos con sus hijos. Estos padres no
tratan de controlarlos mediante el ejercicio del poder que viene de su
autoridad o fuerza física, posición
o capacidad de conceder o limitar recompensas, sino que en ocasiones apelan a
la razón del niño, se
sitúa en un punto intermedio entre los dos estilos anteriores, de modo que los
padres intentan controlar la conducta de sus hijos a través de la reflexión y
el diálogo, en lugar de la imposición, y conceden una autonomía supervisada a
los hijos.
2.3.1.3.1 Características de Los Hijos Con
Padres Permisivos
Los hijos que crecen en este tipo de familia
tienen características como:
Falta de control de impulsos
Autoconfianza
Agresivos e inmaduros para su edad
Con pocas habilidades sociales y cognitivas
Una carencia de responsabilidad
Independencia.
2.3.1.4 Estilo de
Crianza Violento
Puede ser una derivación del estilo de
crianza autoritario, en donde la imposición se basa en la violencia; se busca
educar al niño en base al uso de agresividad tanto física como psicológica. Es
común que en este ambiente el niño viva aterrorizado y que muy pronto, a manera
de defenderse de este ambiente tan hostil, él mismo aprenda a ser violento
cuando se sienta amenazado, de tal manera que se perpetué la cadena.
2.3.1.5 Estilo de
Crianza Sobre-protector
Puede ser una derivación del estilo de
crianza permisivo. En esta forma de crianza los padres buscan que sus hijos no
pasen por los mismos problemas y privaciones que ellos pasaron de chicos,
protegiéndolos de todo lo que a su ver representa un peligro o problema para el
niño. Por supuesto que crean hijos dependientes e inseguros, incapaces de
desarrollarse en plenitud en su medio ambiente. El padre se siente satisfecho
por el orden, distanciado de los demás,
atrapado porque en algún momento le gustaría no tener que mandar, pero
desconcertado por momento, cuando entiende que lo que él llama respeto es que
en realidad es miedo. El hijo se siente protegido contra las agresiones
externas, pero teme a su padre o madre, se torna vigilante y controlador, teme
toda manifestación de autoridad, tiene sentimientos de rebeldía cólera y frustración.
2.3.1.6 Otros Estilos
de Crianza
Algunos de estos tipos de crianza son muy
recientes, distingue cuatro estilos parentales de socialización en función de
dos dimensiones:
Implicación/aceptación y
coerción/imposición. Los padres con altos niveles de implicación/aceptación
muestran afecto y cariño a su hijo cuando se comporta adecuadamente y, en caso
de que su conducta no sea la correcta, tratan de dialogar y razonar con él,
acerca de lo poco adecuado de su comportamiento.
Por el contrario, los padres con bajos
niveles de implicación/aceptación suelen mostrar indiferencia ante las
conductas adecuadas de sus hijos y, cuando la conducta es inadecuada, no
razonan con ellos ni les expresan sus opiniones o juicios, de modo que son
padres muy poco implicados con sus hijos, tanto si su comportamiento es
correcto como si no lo es.
Los padres con altos niveles de
coerción/imposición, cuando el hijo no se
comporta
como ellos desean e independientemente de que razonen o no con él, tratan de
coaccionarle para que no vuelva a realizar esa conducta. La coacción puede ser
física, verbal o puede consistir en privarle de alguna cosa de la que
normalmente disponga.
2.4 Incidencia de los
estilos de crianza en la hipertensión
Los estilos de crianza inciden en
la formación de la personalidad del individuo. La personalidad influye de forma
directa en el comportamiento y hasta en la forma de enfermarse. Quienes han
sido criados con el estilo permisivo, corren el riesgo de sufrir de obesidad,
ya que como no tienen régimen disciplinario, tampoco lo tienen alimenticio,
aumentando las posibilidades de no saber seleccionar el tipo de comida. Cuando
una persona tiene obesidad, el corazón tiene que realizar un esfuerzo mayor,
para que la sangre circule por todo el cuerpo, lo que conlleva elevar la
presión arterial.
El estilo de crianza autoritario, es uno de
los que más exponen al individuo a enfermedades diversas. Este estilo de crianza forma sujeto ansioso, miedoso, nervioso, debido a que son
maltratados constantemente, como forma de imponer disciplina. Es una dosis
ideal para desarrollar hipertensión, debido a que los hipertensos sufren de
ansiedad.
2.5 Personalidad. Concepto
Jiménez (2009) define la personalidad, como un
conjunto de características, físicas, genéticas y sociales que reúne un
individuo y que lo hacen diferente y único respeto al resto de los individuos.
La interrelación y la comunión de todas estas características, generalmente
estables, serán las que determinaran la conducta de una persona, y porque no
también de acuerdo a la estabilidad de las mismas, predecir la respuesta que
puede dar un individuo ante determinada circunstancia o estímulo.
De
acuerdo con Papalia, Rally (2009) la
personalidad es el conjunto general de rasgos mentales, de carácter, comportamiento,
temperamento y emociones; es decir, las formas constantes e identificables en
las que una persona difiere de las demás. Es como un sello de distinción de la
persona, que la hace diferentes a las demás. Son características individuales
que acompañaran a la persona durante su vida.
Según
World (2006) la personalidad es
un constructo psicológico,
con el que se refiere a un conjunto dinámico de características de una persona. Es bueno aclarar que no es el conjunto de
características físicas o genéticas que determinan a un individuo, si no su
organización interior la que lo hace actuar de manera diferente ante una o
varias circunstancias, o el patrón de pensamientos, sentimientos y conducta que
presenta una persona y que persiste a lo largo de toda su vida, a través de
diferentes situaciones.
La
personalidad es un conjunto de características que tiene una persona o alguna
manera de comportarse de ese individuo. La personalidad está compuesta por dos
elementos: temperamento y carácter. El temperamento que es el estilo
característico de una persona para abordar las situaciones y reaccionar ante
ella. Mientras que el carácter parece
ser principalmente innato y con frecuencia es consistente a lo largo de los años,
aunque puede responder a experiencias especiales o al manejo parental.
Bandura, citado por Papalia, (2009),
define la personalidad como la suma total de la conducta aprendida. Las
personas aprenden observando modelos y al obtener una recompensa por imitar una
conducta, y luego repetir. La personalidad entonces, puede ser formada a través
del medio ambiente y familiar donde crece el individuo.
Eysenck,
citado por Papalia (2009) ve la
personalidad como una organización más o menos estable y duradera del carácter,
temperamento, intelecto y físico de una persona, que determina su adaptación
única al ambiente. Este temperamento, es lo que permite a la persona adaptarse
a diferentes modos de vida. Este conjunto de características individuales es lo
que determina el acomodamiento a los diferentes
ambientes.
2.5.1 Tipos de personalidad
Existen
diferentes tipos de personalidad. Cada persona actúa dependiendo del tipo de
personalidad, igualmente las enfermedades, son más frecuentes, acorde con la
personalidad.
Para Quintero (2007) existen 9 tipos de
personalidad. He aquí un listado con sus características sobresalientes:
Tipo 1. El reformador - Idealista, de principios.
Tipo 2. El ayudador - Preocupado, interpersonal.
Empático, sincero, cálido, amistoso, generoso y sacrificado; también puede ser
sentimental, halagador y complaciente. Le gusta estar cerca de otros y hacer
cosas por otros para ser necesitado.
Tipo 3. El triunfador – Adaptable, orientado al éxito,
seguro de sí mismo, atractivo y encantador.
Tipo 4. El individualista - Romántico, introspectivo, consciente
de sí mismo, sensible, reservado y callado. Se muestra, emocionalmente honesto;
también puede ser temperamental y egocéntrico.
Tipo 5. El investigador - Intenso, cerebral, alerta,
profundo y curioso, tiene capacidad de concentración y foco en el desarrollo de
ideas y destrezas complejas.
Tipo 6. El leal - Comprometido, orientado a la
seguridad, confiable, trabajador y responsable; puede ponerse a la defensiva,
evasivo y altamente ansioso, estresándose y quejándose.
Tipo 7. El entusiasta - Ocupado, productivo, versátil,
optimista, espontáneo, juguetón, con espíritu
en alto y práctico; puede abarcar mucho, disperso y poco disciplinado. Busca
experiencias nuevas y excitantes, pero se distrae y cansa en el camino. Puede
tener problemas de superficialidad e impulsividad.
Tipo 8. El desafiador - Poderoso, dominante. Confiado
en sí mismo, fuerte y asertivo. Protector, lleno de recurso y decidido; puede
ser orgulloso y dominante. Siente que debe controlar el entorno.
Tipo 9. El pacificador - Aceptador, inconsciente de sí,
aceptador, confiado y estable. De buena naturaleza, bueno, fácil y apoyador; puede
estar demasiado dispuesto a seguirle la corriente a otros para mantener la paz.
2.5.2 Tipo de personalidad y humor
Desde Hipócrates, la teoría de los cuatro humores acerca
del cuerpo humano, colérica, melancólica, sanguínea y flemática ha sido el punto de vista más común de su
funcionamiento entre físicos y médicos europeos hasta la llegada de la medicina
moderna a mediados del siglo XIX.
Tanto griegos y romanos como el resto de posteriores sociedades de Europa, que adoptaron y adaptaron la filosofía
médica clásica, consideraban que cada uno de los cuatro humores aumentaba o
disminuía en función de la dieta y la actividad de cada individuo.
Cuando un paciente sufría de superávit o desequilibrio de líquidos, entonces su
personalidad y su salud se veían afectadas.
Dúnker (2007) plantea que cuando se compara la tipología de
Hipócrates (Colérico, sanguíneo, melancólico y flemático), se descubre que tres
de sus tipos coinciden con el marco tridimensional (ABC):
El colérico = tipo A
El sanguíneo = tipo B
El
melancólico = tipo C
Se puede comprobar al
comparar los rasgos, que tiene cada uno. Lo que varía es el enfoque en que
ambos autores lo presentan.
2.6 Tipo de
personalidad, según el marco tridimensional
Dúnker (2007) dice que el ser humano puede
tener uno, dos y hasta tres tipos de personalidad (A, B y C), quienes manejan
sentimientos de miedo, vergüenza y culpa. Dependiendo de la personalidad, el
individuo tiene un tipo de comportamiento social.
El tipo A
, que maneja miedo, se caracteriza por ser inquieto, impaciente, enérgico, rápido, a veces
realiza más de una actividad a la vez,
persistente, irritable, agresivo, peleonero, insulta, es controlador, autoritario, tiene facilidad para expresar las emociones negativas, aunque tiende a ocultar sus propias deficiencias
culpando o quitándole valor al trabajo de otros, exige sus derechos, le gusta ir en contra de la corriente, puede
ser impulsivo, pero también afectivo, llora, se preocupa por el futuro y es innovador. Tiende a considerarse el centro de atención, con un
continuo afán de protagonismo. Sus opiniones son las más válidas e importantes.
No es capaz de ponerse en el lugar de los demás, resulta interesado,
presuntuoso y egoísta.
La
personalidad tipo B, que maneja vergüenza, se caracteriza por ser tímido,
exhibicionista, no le gusta el liderazgo, delega con facilidad, siempre anda
buscando emociones fuertes y procurando llamar la atención, no tiene problemas
con nadie, porque todo lo apoya y con todo está de acuerdo. Se preocupa por el
presente, disfruta al máximo la vida, es impuntual, puede ser muy conservador o
demasiado liberal, busca siempre escaparse y salirse con la suya aun con
artimañas, siempre tiene sentimiento de inaceptación por parte de los demás,
aunque si sentido de pertenencia.
Expresa lo que piensa y siente, también las emociones
negativas, de una forma adecuada y no agresiva. Es raro verlo con prisa,
disfruta de lo que hace y se toma su tiempo; si se retrasa, se lo toma con
calma y no se estresa. Sabe escuchar, es capaz de olvidarse de sí
mismo y ponerse en el lugar del otro.
La
personalidad C, que maneja sentimiento de culpa, se caracteriza por ser
negativo, perfeccionista, sobre protector, tiene dificultad para expresar
emociones, se margina con facilidad, es psicorrígido, se preocupa mucho por el
pasado y se juzga mal. Es puntual en exceso, responsable, detallista, formal, con
tendencia a la moda antigua, todo lo justifica y racionaliza, piensa que todos
lo van a acusar, por eso trata de hacer las cosas lo mejor posible y posee una
alta escala de valores.
2.6.1Tipo de personalidad y desarrollo de la hipertensión
La personalidad tiene gran influencia en la
presión arterial. El estilo de personalidad ansioso provoca, de forma
significativa, incrementos en la presión sistólica y diastólica. El sujeto
hipertenso es una persona con elevada ansiedad que se siente amenazada, que mantiene
las emociones bajo control y que está preparada para la lucha, pero nunca acaba
de descargar la gran tensión que la amenaza le origina.
Existen
una serie de factores que pueden tener una alta influencia en el desarrollo la
hipertensión. Estos son:
Hábitos no saludables. La
personalidad puede conducir a enfermedades a través de comportamientos no
saludables. Si la ansiedad conduce a las personas a comer demasiado y esto contribuye
al desarrollo de la obesidad, entonces la ansiedad es un factor causal de la
hipertensión. Además una excesiva ansiedad puede conducir a fumar, beber y tener insomnio, que jugarán un papel en el
funcionamiento de una serie de procesos
psicofisiológicos.
Los individuos con un patrón
de conducta tipo A presentan una respuesta autonómica al estrés (por la
activación del sistema simpático adrenal) y están más propensos a padecer
enfermedades cardiovasculares.
De
acuerdo a Álvarez (2003) existen vínculos entre la personalidad y las
enfermedades cardíacas. El tipo A constituye un factor de riesgo independiente
en el desarrollo de la enfermedad arterial coronaria, ya que se
caracteriza por rasgos como impaciencia
acentuada, marcada competitividad, baja tolerancia a la frustración y fácil reacción
hostil.
La
personalidad tipo A es considerada un síndrome de conducta manifiesta o estilo
de vida caracterizado por extrema competitividad, motivación de logro,
agresividad, apresuramiento, impaciencia, inquietud, hiper-alerta, expresividad
en el habla, tensión en los músculos faciales, sensación de estar bajo presión
y el desafío con la responsabilidad. Las personas que tienen este patrón están
usualmente entregadas a su vocación o su profesión, mientras que son
relativamente descuidados en otros aspectos de su vida. Otros aspectos psicosociales
presentes son labilidad emocional, cólera, problemas laborales y matrimoniales,
movilidad e incongruencia social.
El tipo A
muestra altos niveles de suero de la catecolamina norepirefrina, en mayor
medida que el tipo B, haciéndolo más propenso a la hipertensión. También se ha comprobado
que los sujetos tipo A excretan más norepinefrina en respuesta a retos
competitivos y a la combinación competitividad-hostigamiento. La secreción de
catecolaminas potenciaría la enfermedad coronaria, ya sea facilitando la
aterosclerosis, como también, incrementando el riesgo de eventos clínicos
agudos.
En la medida en que los
individuos responden a los estímulos estresores de múltiples maneras
fisiológicas y conductuales, cabe preguntarse si la hiperactivación conductual
del tipo A es paralela a la hiperactivación fisiológica y si las respuestas
fisiológicas son diferentes en los tipos A y B. Lo que distingue las reacciones
fisiológicas está asociado con el estilo de comportamiento del tipo A y que
tales reacciones ocurren bajo las mismas condiciones que permiten descubrir los
rasgos conductuales del tipo A.
La persona tipo A se enferma de cardiopatía, pánico, delirio y trastorno de
personalidad paranoide. El tipo B se enferma de la piel, fobias, adicciones, trastornos de la
personalidad histriónica y narcisismo. El individuo tipo C sufre de úlceras, cáncer, obsesiones, depresiones, trastorno de
la personalidad evitativa y es obsesivo compulsivo.
2.7 Enfermedades según el tipo de
personalidad
La enfermedad en las personas depende del tipo de
personalidad de las mismas. De la forma como exprese sus sentimientos, es la
posibilidad de enfermar.
Dúnker (2008) plantea que el tipo de
personalidad que uno desarrolla le conduce a conflictos típicos. Las personas
tipo A viven a la defensiva y por eso viven metiéndose en conflictos
interpersonales con demasiada frecuencia. Las personas tipo B fracasan en tener
relaciones cercanas con otras personas y tienden a refugiarse en prácticas
solitarias. Mientras que las personas tipo C viven haciéndose auto reproches y
nunca están satisfechas con lo que hacen.
Si en casos como estos nuestro organismo no
responde de forma adecuada se corre el riesgo de enfermarse y esto sucede
porque nos hacemos menos inmunes a las enfermedades, es como si nos diéramos
por vencidos antes de luchar contra las situaciones de estrés.
Cuando una persona esta estresada debido a
exceso de trabajo, tiende a enfermarse más: El sistema inmunológico es influido
por los sistemas nervioso y endocrino.
Esto supone que una grave alteración en el funcionamiento de dichos sistemas,
como provoca el estrés, produzca fallos que permiten o activan el desarrollo de
diversas enfermedades.
Estrés: Los conflictos
producen estrés, y esto toma diferentes formas según el tipo de persona: Las
personas con personalidad tipo A (que están a la defensiva) se enferman de la presión arterial, del nivel
de azúcar en la sangre, o disminución de la defensa ante infecciones. Sin
embargo cuando el estrés se vuelve crónico, la situación se puede empeorar y
quizás persista por meses o años.
Papalia (2008) sostiene que el patrón de conducta
tipo A, factor de riesgo para los problemas cardíacos, está muy
relacionado con la personalidad de tipo
obsesivo, definida, entre otras cualidades, con una gran meticulosidad y
perfeccionismo.
Dúnker (2008) afirma que los individuos tímidos y
vergonzosos con personalidad tipo B, debido a su fracaso en tener relaciones
intimas, caen en el aburrimiento y por eso
tienden a buscar situaciones de escape, pueden llegar al consumo de
alcohol o sustancias y aunque al principio la persona busca divertirse
sanamente, pueden terminar en problemas, ya que estas no tienen auto control.
Para Papalia (2008) la persona
tipo B puede desarrollar ansiedad, entre otras sudoración, palpitación,
respiración insuficiente y dolor en el pecho. Determinadas características como
la timidez o baja autoestima, pueden generar graves problemas: si una persona
tiene miedo cuando piensa que lo van a evaluar negativamente, al ser rechazado
por los demás, no es capaz de desenvolverse ante la relación con otras
personas, o se considera menos interesante que el resto de sus desconocidos.
Según Dúnker (2008)
las personas tipo C, con sus auto reproches, se frustran porque nunca pueden satisfacer
sus exigencias, respondiendo a través de
sus vísceras internas, sobretodo mediante el aparato digestivo. Cuando se trata
de una respuesta coyuntural, no hay problemas, pero si se torna en una
respuesta crónica sí los hay.
Papalia (2008) afirma que el patrón de conducta
tipo C ha mostrado en algunos estudios una clara relación con el cáncer. Este
patrón de conducta esta vinculado a la represión de las emociones, ahogando su
expresión e interiorizando sus efectos. El estrés crónico, en personas, con
personalidad tipo A (irritables), tipo B (aburridas) y tipo C (frustradas),
termina provocando disfunción (funcionamiento inadecuado y no un daño
permanente) en algún área del funcionamiento personal:
Las personas irritables pueden terminar con
presión alta, con diabetes, o con un trastorno mental. Las que se aburren muy
fácil pueden terminar con conductas de abusos (alcohol, sustancias, o conducta
que van contra la corriente.
Las personas que sufren muchas frustraciones
terminan deprimiéndose o con trastornos digestivos, especialmente con úlceras.
La disfunción acaba convirtiéndose en lesión si
la persona mantiene su actitud perjudicial, y continua metiéndose en conflictos,
y lo que comenzó como trauma psicológico se convierte en una enfermedad. La
acidez se transforma en úlcera, la hipertensión emocional se convierte en
hipertensión verdadera, la borrachera en alcoholismo y la tristeza se torna en
depresión.
Todo esto
conduce a una complicación:
Cuando la lesión permanece sin cambios provoca
una complicación, tendrán más médicos que intervenir y habrá mayores riesgos de
muerte, ya que la enfermedad se pasa a otro órgano o grado. Una hipertensión
crea un derrame cerebral, una úlcera
empieza a sangrar, el adicto al alcohol se afecta el hígado o el deprimido
intenta suicidarse y como
consecuencia esto conducirá a la muerte prematura:
Lamentablemente, la persona tiene un desenlace
fatal, muere a destiempo producto de sus actitudes perjudiciales.
En
resumen:
El
Tipo A se enferma de cardiopatía, pánico, delirio y trastorno de la
personalidad paranoide.
El tipo B tiende a enfermarse de la piel, fobias,
adicciones, trastorno de la personalidad histriónica y narcisismo.
El tipo C corre el riesgo de enfermarse de úlceras,
cáncer, obsesiones, depresión, trastorno de la personalidad evitativa y de
obsesión compulsiva.
2.8 Estrategias de intervención aplicadas a los pacientes
con hipertensión
La hipertensión no puede curarse en la mayoría de
los casos, pero puede controlarse. Para esto, debe seguirse un tratamiento regular de por vida
para bajar la presión y mantenerla estable. Las pastillas son sólo parte del
tratamiento de la hipertensión, ya que el médico también suele recomendar una
dieta para perder peso y medidas como no abusar del consumo de sal, hacer ejercicio
con regularidad.
Las estrategias de intervención para el control
de la hipertensión, es de dos tipos: psicológica y farmacológica. Es
recomendable combinar ambos métodos, para tener éxito en el control de la
misma.
2.8.1 Intervención
psicológica
La mayoría
de los hipertensos pertenecen a la categoría de hipertensión ligera o leve, por
lo cual, las intervenciones psicológicas son de especial relevancia, habiéndose
demostrado que los tratamientos farmacológicos no son superiores a los de
naturaleza cognitivo-conductual.
Los individuos con hipertensión leve llegan a
ser normensivos sin tratamiento. Hay personas que presentan hipertensión de delantal blanco, o sea, presentan como
normal en la medición casera y la farmacia, pero cuando el medico o enfermería
se la toma, entonces tienen presión alta; muchos tienen ocasionalmente elevada la presión
arterial en una o dos visitas de control. La importancia de
considerar los aspectos situacionales en la medición de la presión arterial se ha puesto
de manifiesto últimamente, ya que la situación clínica a menudo, no
representa los valores habituales de la persona.
Los
beneficios de tratar con drogas la hipertensión moderada o severa han sido
confirmados, pero los resultados de las drogas en la hipertensión leve son conflictivos.
A diferencia de los hipertensos graves, en los casos leves, pareciera que hay un
porcentaje considerable que no se beneficia con el tratamiento farmacológico. La efectividad de los fármacos en la hipertensión leve es
dudosa e incluso, puede ser perjudicial, pueden presentar los pacientes impotencia, mareo y apatía, con síntomas
colaterales asociados a los fármacos hipertensos.
García (2003) sostiene que se ha observado que el tratamiento
psicológico es superior a la situación de no tratamiento, y pareciera que
las distintas técnicas psicológicas presentan pocas
diferencias en cuanto a su efectividad. Es por
eso que la aplicación
de tratamientos psicológicos ha sido calificada como exitosa por la
disminución de la hipertensión, por la reducción de las drogas
antihipertensivas o bien, por la reducción de los efectos
adversos de la medicación. Las intervenciones no farmacológicas han
ganado popularidad en los últimos años para reducir la presión arterial
ligeramente elevada, pero todavía quedan por determinar las condiciones ideales que
deberían reunirse para que los cambios benéficos logrados puedan ser
mantenidos en el tiempo y maximizar la efectividad del tratamiento.
Vargas (2003) plantea que el
tratamiento psicológico para pacientes hipertensos debe basarse en:
Técnicas de relajación.
Marte (2002) citando a
Hess expresa que hay una
respuesta contraria a la de lucha-huida, estimulando la parte anterior del hipotálamo y produciendo relajación muscular esquelética,
disminución de la presión sanguínea,
de la frecuencia respiratoria
y contracción pupilar. La caída de la presión sanguínea durante el
sueño probablemente es el resultado de una caída en el tono
simpático vaso-constrictivo. También ha sido demostrada la posibilidad de
inducir una respuesta de relajación a través de técnicas de meditación.
El estado de
relajación está asociado con la disminución en el consumo de oxígeno,
frecuencia respiratoria, gasto cardíaco, disminución de
lactato sanguíneo, mayor frecuencia de ondas alfa y ocasionales que incrementa
la resistencia eléctrica de la piel y disminución de la
actividad de las glándulas sudoríparas. Los procedimientos de relajación más usados
son el entrenamiento en relajación muscular progresiva y el entrenamiento
autógeno.
Las
distintas técnicas de relajación producen efectos comparables, ya que no se observan mayores diferencias. Aunque se ha indicado que los efectos de los distintos procedimientos
son menores que los de la medicación, la disminución de la presión
arterial resulta estable por más tiempo.
Estos
procedimientos actúan:
1.- Por efecto indirecto sobre la presión
arterial (es improbable un efecto directo).
2.- Por efecto en la reactividad
cardiovascular (la relajación modularía la reacción cardiovascular
ante situaciones demandantes aunque se desconoce cómo sería el mecanismo).
3.- Produciendo un efecto subjetivo
beneficioso, que se refleja en una mejoría en el estado de
ánimo. En los pacientes ansiosos se observa una disminución de la presión
arterial por la práctica de la relajación.
Entrenamiento autógeno
El
entrenamiento autógeno es una forma de relajamiento auto-concentrativo, basado en la
autosugestión que está dirigido a lograr una regulación de las funciones autonómicas
y a favorecer una homeostasis psico-fisiológica. Las fórmulas que se
repiten sub-vocalmente producen cambios fisiológicos mensurables y la reducción de la
activación simpática es generada por el mismo individuo. Cada fórmula está
dirigida a regular una función somática específica; las sensaciones experimentadas que se
producen a partir de las sugestiones verbales y de la imaginería mental,
refuerzan el proceso de aprendizaje y la credibilidad en el procedimiento. Los
ejercicios básicos de concentración pasiva en sensaciones de pesadez y de calor
han demostrado su efectividad en la hipertensión arterial.
Retroalimentación biológica
Tanto la
retroalimentación biológica como el entrenamiento en relajación demostraron
ser procedimientos exitosos en la reducción de la hipertensión leve. También
dichos tratamientos logran reducir la medicación en sujetos hipertensos medicados. Altos
valores en rasgos de ansiedad y cortisol urinario predicen cambios en la media de
la presión arterial después de un tratamiento con retroalimentación electromiogrática,
entrenamiento autógeno y relajación muscular.
Terapia basada en el Hatha - Yoga
La terapia
basada en el yoga es útil, no sólo en los casos de hipertensión arterial, sino en
muchas condiciones psicosomáticas, tales como estados de ansiedad, asma,
diabetes y enfermedades cardiovasculares, entre otras. Esta terapia es recomendada para cualquier
individuo hipertenso, en conjunción con drogas antihipertensivas en
hipertensos severos, moderados, o solamente, en hipertensos leves. En este
último caso es recomendable agregar drogas, sólo si la presión arterial
no se puede controlar satisfactoriamentete. Su programa terapéutico es presentado
detalladamente. En el mismo se da un entrenamiento en respiración diafragmática,
relajación muscular profunda, visualización y
meditación, se estimula la reducción y manejo de emociones negativas, integrando
los nuevos aprendizajes a la vida diaria.
Reestructuración cognitiva
Los
pacientes hipertensos que aprenden a pensar de manera diferente, frente a
situaciones problema reestructurando esquemas o patrones habituales de funcionamiento
psicológico pueden enfrentar situaciones estresantes de manera más
efectiva. Se ha observado que este aprendizaje cognitivo también incide
favorablemente en la reducción del colesterol y de los
triglicéridos. La evaluación de situaciones estresantes
implica considerar riesgos, costos y ganancias de las respuestas particulares. Los
estímulos que se perciben como amenazantes alteran el
equilibrio interno y se hace necesario descubrir formas alternativas de afrontar
eventos externos y desarrollar habilidades mentales para manejar el impacto
de las circunstancias estresantes.
Habilidades sociales y de comunicación
Dado que la
realidad del ser humano está basada en la relación interpersonal, en el
lenguaje y en la comunicación, el desarrollo de habilidades sociales y de expresión
emocional, puede ser de significativa importancia en muchos individuos para la
reducción de su hipertensión arterial. Mientras que las estrategias de control del
estrés están basadas en procedimientos más bien pasivos, las estrategias de
comunicación son de carácter activo y las mismas deberían restringirse sólo a las
situaciones estrictamente necesarias.
Fernández (2003) señala la
importancia de aplicar estas técnicas activas de
entrenamiento de una manera limitada, sólo en aquellos casos en los que se advierta un
claro déficit de habilidades sociales. Aprender a enfrentar eficazmente
situaciones de conflicto, analizando distintos recursos
cognitivos, emocionales y de comportamiento, ejercitar nuevos repertorios de actitudes
y conductas, pueden favorecer procesos adaptativos, contribuyendo indirectamente
a lograr una mejor regulación psico-fisiológica.
A modo de resumen se puede decir que hay tres componentes principales que
determinan el éxito del tratamiento:
La técnica del terapeuta y características del paciente
Es
importante tener en cuenta que la gente difiere en sus necesidades y en el estímulo
que los componentes del tratamiento tienen para ésta. Diferentes estrategias se
requieren para afrontar las cambiantes situaciones de la vida diaria y, para
mantener los beneficios terapéuticos es necesario generalizar lo aprendido a diferentes
contextos vitales. Es necesario contar con más estudios sobre la
interacción entre rasgos de personalidad y estados psíquicos e hipertensión y también,
sobre los beneficios que podrían obtener las personas
hipertensas de la psicoterapia, así como de la combinación de enfoques farmacológicos
y psicológicos. Se aconseja no incluir en las investigaciones sujetos que
hayan tomado drogas hasta unos días antes del tratamiento psicológico
porque la presión arterial de quienes suspenden la medicación no se
eleva a su nivel original inmediatamente sino que toma varias semanas para
hacerlo. También los estudios realizados con muestras
auto-seleccionadas voluntariamente tienen la limitación
de no reflejar lo que sucede en los sujetos hipertensos en general.
2.9 Intervención
farmacológica
Una
situación diferente es el caso de la hipertensión que se encuentra bajo control
farmacológico. En tales situaciones los objetivos terapéuticos posibles son
dos:
Aumento de la adherencia al tratamiento
médico.
Reducción de la medicación: en el caso de
hipertensión correctamente controladas con medicación o que el control se ha
establecido con dos o más familias de fármacos y/o el tratamiento farmacológico
altera severamente el bienestar del paciente, el objetivo de la intervención es
reducir la dosis de un medicamento o eliminar uno cuando son varios los
utilizados, manteniendo el control de la presión arterial.
De
acuerdo al grado de hipertensión que tiene el paciente se instituyen diversos
regímenes terapéuticos. A los pacientes que caen en la categoría de
prehipertensivos el manejo se fundamenta en el cambio de estilos de vida del paciente,
en cambio en presencia de un grado I de hipertensión se debe de combinar un
fármaco con cambios en el estilo de vida y en el estadio II se debe de combinar
dos o más fármacos apoyado de terapia no farmacológica.
2.9.1 Tratamiento farmacológico en el mercado
Existen
en el mercado una gran variedad de drogas antihipertensivas, que pueden ser
compuesto activo, mecanismo de acción, efectos colaterales y efectos adversos,
los cuales son conocidos como
inhibidores de enzima convertidora de angiotensina (IECA), los
Bloqueadores, a-bloqueadores, inhibidores de los canales de calcio, diuréticos,
tiazidicos, diuréticos, ahorradores de potasio, diuréticos de asa, antagonistas
de los receptores de angiotensina (ARAII) y drogas de acción central.
Los
diferentes grupos de medicamentos para hipertensión son:
Escala: Por grupos de medicamentos:
Diuréticos:
Diuréticos Tiazidas: Clortalidona,
hidroclorotiazida, indapamida.
Diuréticos de asa: Furosemida.
Ahorradores de potasio: Espironolactona.
Inhibidores
adrenérgico:
Centrales: Metildopa.
Beta-bloqueantes: Atenolol, propanolol.
2.9.2 Tratamiento no farmacológico
Es
una vertiente de abordaje terapéutico a las enfermedades crónicas con la
finalidad de establecer una compensación a favor de aumentar las condiciones que favorezcan el saneamiento o el
mejoramiento de las condiciones de salud, disminuyendo la dependencia del
tratamiento farmacológico, el cual carga con distintas desventajas en el
desempeño.
El
tratamiento no farmacológico comprende modificaciones del estilo de vida del
paciente, sugiriendo cambios en la actividad física realizada, los hábitos
tóxicos y la dieta diaria del individuo.
El
manejo no farmacológico en la hipertensión arterial juega un papel de
importancia como ayudante en el logro de las presiones arteriales optimas
establecidas para mantener un menor
riesgo de enfermedades vasculares posteriores, sin embargo, no se ha encontrado
evidencias de que el abordaje no farmacológico sea capaz de prevenir las
enfermedades cardiovasculares, pero puede reducir los riesgos asociados,
aconsejándose que no puede excluirse en primera instancia el tratamiento
farmacológico, el cual tiene la mayor efectividad. Dentro de este manejo se
incluye el monitoreo de la obesidad, aspecto conductual, manejo del estrés y la
actividad física; y acciones que comprendan modificaciones de la dieta, sus
componentes y demás hábitos tóxicos.